viernes, 31 de octubre de 2008

Mike Olfield. Guitars.

Mike Oldfield. Guitars.




Volvemos a la carga. Esta vez traemos uno de los mejores discos de Mike Oldfield aunque probablemente, fuera del bombo que se le dio en su momento, haya ido cayendo en el olvido. Como todo lanzamiento del genio inglés tuvo mucha publicidad allá en las postrimerías del siglo XX (no me soporto de pedante, estaba a punto de poner en las postrimerías del fenecido siglo XX, ¡aarrggh!) pero luego no tengo claro que haya calado como se merece.



Hallá por el 98 o el 99 al señor Oldfield le dio la neura y se despachó con un disco grabado exclusivamente con guitarras. Una frikada deliciosa. Hasta las percusiones fueron grabadas con guitarras (¡chupate esa Steve Vai!). Siguiendo su método habitual, a lo Juan Palomo, Mike Oldfield fue grabando las canciones superponiendo capas de guitarras tejiendo distintas melodías con ellas. Dulces guitarras españolas (suenan de caer de espaldas) ejercen de contrapunto de afiladas eléctricas, bien cargaditas de distorsión. La proverbial capacidad de este hombre para crear atmósferas y texturas capaces de envolver al oyente en un mundo creado específicamente por la canción, la encontramos aquí desarrollada al máximo.



Este es un disco muy recomendable para los aficionados a los instrumentales de guitarra. Lo mejor del tema es que Mike Oldfield no tiene una gran técnica, pero aún así este es uno de mis discos favoritos de guitarra (el otro es el Thank You de Michael Schenker que ya caerá por aquí, ya). Olfield tiene una técnica escueta pero elegante, un sonido personal que hace reconocibles sus interpretaciones en cualquier circunstancia. Mucho más de lo que pueden decir la mayor parte de metaleros progresivos que graban discos instrumentales.



A nivel de composición estamos ante un Oldfield muy inspirado, que crea canciones sencillas pero emocionantes. Abundan las melodías evocadoras y pegadizas, así como los riffs potentes, todo muy bien combinado. Sonidos típicos del autor pero desde un tratamiento exclusivamente guitarrero. Una pequeña obra maestra de la que podrían aprender muchos guitarristas que nunca se han acercado a la obra de este autor.





jueves, 30 de octubre de 2008

Ariel Rot. Hablando solo.

Ariel Rot. Hablando solo.




Tras la separación de Los Rodríguez, Ariel Rot prosiguió con su carrera en solitario y publicó este Hablando Solo, uno de sus mejores discos.
Corría el año 1997 y la resaca del éxito, prácticamente póstumo, de Los Rodríguez permitió que la discográfica se estirase y permitiese a Ariel grabar en el extranjero (en New York si la memoria no me falla) acompañado por los músicos habituales de Elvis Costello, The Attractions, ahí es nada. La producción corría a cargo de Joey Blaney, un tipo que sabe lo que hace, a tenor de los resultados y del currículum que atesora.


El disco se compone de doce canciones muy bien redondeadas, mostrando a Rot como un compositor maduro y buen conocedor del oficio. Variedad en los arreglos y letras muy bien cuadradas permiten a Ariel Rot columpiarse entre distintos estilos como el funk, el rockabilly, las baladas, etc. En general el tono del disco es relajadillo, como invitando a la intimidad y a la escucha solitaria, sin embargo, las letras mantienen cierto regusto gamberro y calavera tan típico de su autor.

De esencia rockera aunque a veces use otros rostros, Ariel rot encarna en este disco el papel de crápula que ha coqueteado con el lado oscuro y ha sobrevivido para contarlo. Para cantarlo en esta ocasión. Intimista y coqueto, de dura fachada y encenagado pasado, pero poseedor de una fina sensibilidad que dota a sus reflexiones de una profundidad que sólo se intuye cuando escuchas atentamente sus canciones, sin dejar que te distraiga la música que las sustenta y las imprime una sensación de ligereza. Éste era el Ariel Rot que hablaba solo. Uno de los mejores compositores de rock en castellano en uno de sus mejores momentos creativos. Una lírica excepcional unida a un acompañamiento musical de altura. un disco imprescindible.




Ariel rot - Al amanecer






Confesiones de un comedor de pizza (en directo).

miércoles, 29 de octubre de 2008

Coverdale & Page.

Coverdale & Page.




Así con la tontería de las especulaciones sobre el posible regreso de Led Zeppelin (despropósito donde los haya) me he acordado de este disco.

Publicado en 1993, producto de la alianza de Jimmy Page con David Coverdale, no es un disco brillante ni imprescindible, pero tampoco está de más recuperarlo aquí. Dicen los rumores que lo que Page tenía realmente en mente era retomar su proyecto con Robert Plant, pero al tener éste otros planes buscó un cantante capaz de emularle de forma convincente. Y lo encontró en David Coverdale. Los rumores deben de ser acertados porque la manera de cantar de Coverdale a lo largo del disco es prácticamente clónica del estilo de Plant. Y es que este es un disco que lleva la huella de Jimmy Page en todas y cada una de sus notas.


Los mastodónicos riffs zeppelinescos, las innumerables capas de guitarras creando texturas y atmósferas dignas de enmarcar, las baterías llenas de potencia y pegada, la sonoridad de las canciones enraizadas en el blues... todo el álbum está basado en el totémico libro de estilo de Led Zeppelin.

Como ya digo este trabajo se encuentra por debajo de las expectativas que a uno le surgen cuando ve unidos dos nombres tan ilustres como estos, sin embargo se aguanta dignamente la escucha. De hecho, una de sus canciones es el verdadero motivo que me ha movido a colgarlo aquí. Take me for a little while es una pieza maestra, una letra reflexiva magníficamente interpretada por Coverdale, envuelta por unos arreglos inspirados y evocadores, puro Jimmy Page. Apoteósica chavales. El resto de las canciones no son malas, pero palidecen al lado de ésta. Con excelente criterio este par de perros viejos la eligieron para rodar un vídeo. Con dicho vídeo os dejo, a ver si os pica a bajar este eslabón perdido de las sagas de Led Zeppelin y Deep purple (así, como las sagas nórdicas).

Canciones:

  1. "Shake My Tree" –4:50
  2. "Waiting on You" –5:15
  3. "Take Me for a Little While" –6:17
  4. "Pride and Joy" –3:32
  5. "Over Now" -5:22
  6. "Feeling Hot" –4:10
  7. "Easy Does It" –5:51
  8. "Take a Look at Yourself" –5:02
  9. "Don't Leave Me This Way" –7:52
  10. "Absolution Blues" –6:00
  11. "Whisper a Prayer for the Dying" –6:54

martes, 28 de octubre de 2008

091. Doce canciones sin piedad.

091: Doce canciones sin piedad.




Ya me iba apeteciendo poner un clásico de los 091 y hablar un poco más de mi banda favorita del rock español.
De título cinematográfico, Doce canciones sin piedad es uno de los discos emblemáticos de la banda granadina. He leído por alguna parte que es un buen candidato a ser considerado el mejor disco de rock en español y lo cierto es que lo es. Aunque ni siquiera sea el mejor disco de esta banda.

El caso es que los 091 llevaban ya varios años tratando de hacer el disco perfecto, madurando su sonido y sus composiciones, apuntando maneras sin acabar de partir la pana. En este álbum, hartos de ser la eterna promesa, echaron el resto y sentaron cátedra. A partir de este trabajo toda su discografía es imprescindible. Cada disco es un pieza más de un puzzle que ilustra todo lo que puede dar de sí el rock'n roll, al menos a nivel creativo. Y todo eso empieza realmente a partir de Doce canciones sin piedad. Los lanzamientos anteriores del grupo eran interesantes, sugerentes, emocionantes en buen número de ocasiones, pero se quedaban un pequeño paso por detrás de la excelencia. Ya fuera la producción, la inevitable inexperiencia o lo irregular de alguno de los temas, el caso es que los discos que precedieron a éste se quedaron a medias. Son un quiero y no puedo. Con este, sin embargo, acertaron de pleno. Todo lo que prometían en anteriores entregas sin acabar de cumplirlo está aquí. De hecho se venía venir. Algún día tenían que conseguirlo.
Doce canciones sin piedad contiene doce canciones perfectas, un equilibrio entre pop y rock muy bien conseguido y las sensacionales letras de Lapido, cargadas de imágenes y referencias en las que perderse. El álbum aún no muestra el sonido mítico de 091, ese fuego en las guitarras, pero las canciones no lo necesitan.
Evocadores y resignados, rebeldes con causa y sin esperanza, crucificados en el rock'n roll, los 091, la banda maldita por excelencia, grabaron la primera de un puñado de obras maestras. Doce canciones perfectas, doce canciones sin piedad que no te dejan otra salida que reverenciar a sus autores, una de las bandas con más estilo y personalidad que jamás hayan pisado un escenario.




lunes, 27 de octubre de 2008

Southside Johnny & The Asbury Jukes.

Southside Johnny & The Asbury Jukes.
Hace unos días retransmitieron en fabchannel un concierto del gran Southside Johnny. Como siempre me encuentro velando por vuestros intereses y sé que esto os interesa lo cuelgo aquí para que disfrutéis como yo lo he disfrutado.
Tampoco me voy a extender demasiado, esto es un directo así que no hay que darle muchas vueltas. Una exuberante mezcla de rock y soul presentada con potencia y elegancia. Southside es blanco pero lleva la música negra en las venas y eso se nota en su garganta. Como siempre la sección de viento, vibrante y estremecedora aporta el sello distintivo a la música de este hombre. Un repertorio infartante ayuda claro. Canciones de Little Steven, Bruce Springsteen y temas surgidos de su propia pluma conforman un set-list digno de recordar. Que bueno tener amiguetes con tanto talento que compongan canciones para tus discos. Y que bueno tener el talento suficiente para interpretarlas con semejante arrojo en directo.
No escribo más que hoy estoy espeso. Les dejo con la mejor banda del barrio después de la E Street Band, o sea con Southside Johnny y sus Asbury Jukes.


jueves, 23 de octubre de 2008

Tokyo Sex Destruction: Singles.

Tokyo Sex Destruction: Singles.



Son españoles pero como si hubieran nacido en el Detroit de los años 60 (mismo caso que los Boom Maharass). Tokyo Sex Destruction es una banda con fijación por los sonidos sesenteros, protopunk, soul, garaje, psicodelia, etc. Pero también muestran una curiosa fijación por otros elementos de la década mágica, como pueden ser la contracultura hippy, el movimiento de los panteras negras o la lucha por los derechos civiles. A partir de ahí la banda hilvana un discurso anticapitalista quizás un tanto tópico y desfasado, pero acompañado de un sonido vibrante y espectacular. Estilo, eso es lo que les sobra a estos chicos. Hijos bastardos de los MC5, dicen que es en directo donde muestran su verdadero potencial, pero no debemos perdernos sus discos, auténticos torrentes de energía transformada en música atemporal.


Singles es su obra más variada hasta la fecha. Probablemente esto se deba a que el disco está confeccionado a partir de retazos. Canciones anteriormente publicadas vía internet o sólo como single en formato vinilo, versiones de Los Canarios y Music Machine, y algún tema nuevo. El conjunto resultante es una combinación de adrenalíticos cañonazos post-hardcore, con leves toques de psicodelia en algún tema, alguna canción acústica (palo que raramente aparece en su discografía), la devoción por el soul, omnipresente en sus trabajos, e incluso una atmosférica canción con aroma a bossa nova. Excelentes ingredientes para cocinar un buen disco de rock'n roll.

Vitamínico e inspirado, este disco retoma géneros sesenteros para llevarlos hasta la actualidad con dignidad y frescura. Una escucha totalmente recomendable y agradecida, ya me contarán.








miércoles, 22 de octubre de 2008

Elliott Murphy: Coming home again.

Elliott Murphy: Coming home again.





A nadie le sorprenderá que vuelva a aparecer Elliott Murphy por aquí, al fin y al cabo es uno de los músicos que más me flipa y nadie se lo hace en directo como él.
Con este tipo sucede igual que con un escaso y selecto grupo de veteranos del rock (Neil Young, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Willie Nile, etc.), que no pierden con los años. Se mantiene frescos, ofreciendo música de calidad, fidelidad a sus principios y directos que hacen (o debieran hacer) sonrojarse a más de algún jovencito llamado a salvar el rock. En otros casos podemos hablar de trabajos dignos, de un buen estado de forma, de mantener viva una leyenda y lo que quieras, pero en el caso de Murphy tenemos que aceptar lo que llega a nuestros oídos y reconocer que a estas alturas, con casi 60 años, está ofreciendo buena parte de su mejor música, a la altura de sus discos de los 70s o incluso superior. Temazos como Green River, Come on Louann o Ground Zero ya forman parte intrínseca de sus conciertos y tienen su hueco como piezas fijas en sus repertorios, compartiéndose su lugar en los bises con piezas verdaderamente antológicas y desde luego, mucho más añejas. Que esas composiciones ocupen ese lugar algo querrá decir.
Incansable, Elliott Murphy ha encontrado tiempo para grabar otro álbum, Notes from the underground, publicado a mediados de este curso, cuando aún no habíamos acabado de digerir el excepcional trabajo que aquí nos ocupa. Se ve que mientras se patea los escenarios de media Europa aprovecha los ratos libres para ir grabando sus cancioncillas.
El caso es que a principios de 2007 aparecía este Coming home again, resultado de una vida en la carretera. Un disco de madurez, donde podemos apreciar la elegancia de su sonido en todo su esplendor. La forma de cantar de Elliott ha ido madurando desde sus míticos discos de los 70, consiguiendo una capacidad de evocación muy notable, convirtiéndose en un maestro del susurro. Sus registros siguen siendo limitados, pero conoce todos los trucos y recursos a su alcance para hacer que una canción funcione y sabe dosificarse, logrando que todo suene como tiene que sonar en el momento preciso.
Canciones introspectivas, con letras inspiradas y una atmósfera sublime. La producción exquisita (lo cual no es ninguna sorpresa) con unos arreglos acertadísimos. Las guitarras de Olivier Durand y las del propio Elliott, suaves y discretas, desmelenadas e incendiarias según lo requiera la ocasión. Un slide delicioso se lleva la parte del león en muchas de estas composiciones. Pero no debemos olvidar el magnífico trabajo de Kenny Margolis a los teclados, tan inspirado como cabe esperar en un músico de su categoría.
Resumiendo, que ya me estoy poniendo cansino, un disco perfecto, posiblemente el mejor de la carrera de uno de los cantautores más importantes del rock. Aún es reciente y lo podréis encontrar por ahí, así que no lo dudéis, a por él de cabeza. nadie debería quedarse sin este disco.


martes, 21 de octubre de 2008

Joe Satriani: Surfing with the alien.

Joe Satriani: Surfing with the alien.




Volvemos a la carga con un disco que supongo que ya tenga todo el mundo pero como se me van agotando los discos a subir (a ver si paso por casa a por más) y algo hay que poner... ¡demonios! lo que pasa es que la portada de este disco es irresistible. El contenido está a la altura claro.

En 1987 nuestro calvete preferido (con perdón de quien todos sabemos) se sacó de la manga este disco y cambió para siempre la forma en que se enfocaban los discos instrumentales en el rock. No voy a dedicarme aquí a explicar las innumerables virtudes de este disco ni el enorme impacto que tuvo en la música de entonces. Digamos que eran tiempos en que los guitarristas melenudos dominaban el cotarro y el señor Satriani reinaba sobre todos ellos. Y eso fue gracias a Surfing with the alien.

Pero para mí lo más importante de este disco no son las impresionantes piruetas que el guitar-god realiza con su Ibanez. Lo más destacable en este disco son las canciones. Simplemente se trata de una obra llena de buena música. Melodías contagiosas, atmósferas logradísimas, riffs con olor a dinamita, composiciones de calado profundo que no se basan en la superlativa técnica de Satch, sino en su impecable buen gusto. Sí señores, un músico como la copa de un pino que consigue que en su música convivan la complejidad y la accesibilidad sin problemas, en perfecta armonía. Un maestro y un artesano que grabó una obra apta para todos los públicos, sólo se necesita ser un poco abierto de orejas. Lo dicho, esta maravilla la van a disfrutar hasta los que no saben distinguir una guitarra de un taladro.
Y ya que estamos le vamos a dedicar esta entrada a Pintado, a ver si se decide a volver a escribir en su blog.


viernes, 17 de octubre de 2008

Tahures Zurdos: 17 años.

Tahures Zurdos: 17 años.








En principio este 17 años venía a ser un disco en directo recogiendo lo mejor de la trayectoria de Tahures Zurdos a lo largo de sus diecisiete años de carrera. A la postre resultó ser su despedida, pues algún tiempo después la banda se disolvía sin haber publicado nada nuevo.


Entre 1987 y 2004 Tahures Zurdos habían ido tejiendo su propia historia. Una historia llena de rock'n roll. Una historia llena de conciertos, discos y actitud, pero en la que sobresalen con mucho las canciones. Aurora Beltrán ha conseguido señalar su camino con pequeñas piedrecitas en forma de canciones. Fieles así mismo, los Tahures se han labrado un hueco en ese incómodo nicho del rock nacional, tan underground, tan cercano del olvido, al que parecen destinados aquéllos grupos que hacen rock pero no parecen encajar en los clichés tan asfixiantes en los que se mueve el rock en España. No hacen punk, no hacen heavy, no hacen rock urbano, aunque a veces estén cerca de ello, tampoco pueden ser etiquetados como cantautores... No hacen grandes alardes técnicos pero saben tocar escriben buenas letras, sin miedo al compromiso social pero sin caer en la despersonalización y banalización típica en otros géneros (¿alguien ha dicho punk?). Se acercan al pop pero está claro que son rock. En definitiva hay grupos que se lo ponen más fácil al oyente medio. Pero esto no debe impedirnos apreciar el talento y buen hacer de estos navarros ¿verdad?


En 17 años tenemos una colección de canciones exquisitas, melodías intensas interpretadas con emoción y mucho oficio por una banda que nunca ha tenido el éxito que se merece (y eso que en ocasiones han sonado en la radio). La personalísima lírica de su líder, Aurora Beltrán, hace realmente especiales las canciones aquí contenidas. Además, la participación de músicos de apoyo permite a la banda llevar cada canción a su mejor momento, son versiones que nada tienen que envidiar a sus homólogas de estudio. Una sonoridad realmente impactante y adecuada para un disco como este.


Poco más que decir. Disfrutadlo.



  1. Vida real.

  2. Lujuria.

  3. Invisible.

  4. Azul.

  5. Naufragio.

  6. Muerte ven.

  7. Nieve negra.

  8. La noche es...

  9. Chicas fuertes.

  10. Arde.

  11. La caza.

  12. Quiérete.

  13. Una noche de amor.

  14. Miles de besos.

  15. El chico de la mirada asustadiza.

  16. Tocaré.


Hasta aquí llegó el agua compadres.

jueves, 16 de octubre de 2008

Ali Farka Toure with Ry Cooder: Talking Timbuktu.

Ali Farka Toure with Ry Cooder: Talking Timbuktu.



Por curiosas coincidencias de la vida compré este disco el mismo mes, puede que incluso la misma semana, en que murió su autor, Ali Farka Toure, sin embargo, no supe de su fallecimiento hasta varios meses después. Fue entonces cuando me dí cuenta de que me había iniciado en su música al tiempo que él dejaba este mundo.

Anécdotas fúnebres aparte, la música de este hombre me llamó la atención a partir de una reseña periodística, o un libro o algo así, y me compré el disco a ciegas. Bueno, a ciegas no, el nombre de Ry Cooder figura en la portada y eso es lo que yo llamo una inversión segura. Cooder es un músico todoterreno (además de un individuo muy vivído) cuya carrera brilla por la disparidad estilística de las músicas que ha tocado y por la calidad que rezuma todo proyecto en el que él meta las narices. Y éste no iba a ser menos. Algún día habrá que dedicar una entrada (o un libro si total...) al bueno de Cooder, hoy nos centraremos en el trabajo que grabó con el músico africano Ali Farka Toure.

Farka Toure pertenece a una generación de músicos africanos descubiertos por el público occidental gracias a la llamada world music o múscias del mundo, bueno, la típica etiqueta cajón de sastre para agrupar toda la música que no provenía exactamente de Occidente. El caso es que fueron muchos los que descubrieron fascinados la existencia de artistas africanos que hacían música blues ¡sin haber oído en su vida blues americano! (¡jo! que ilusión me hacía poner en una entrada una frase entre signos de admiración sin venir para nada a cuento, me hace sentir como un redactor de la Super Pop, ahí es nada). El debate entre los musicólogos estaba servido. La teoría de que el blues se generó en África y llegó a las plantaciones de algodón americanas intacto encontraba un nuevo y potente argumento. Otros especialistas creían que no era posible, en estos tiempos de globalización y mundialización, que estos músicos africanos no hubieran escuchado a sus homólogos americanos, useasé, el BB. King y demás maravillas. Vamos, que unos sostienen que el blues surge de los ritmos tribales de África, y otros que es una evolución de éstos desarrollada en las plantaciones de Estados Unidos. Dejemos el debate para antropólogos, arqueólogos, musicólogos y demás especialistas y centrémonos en la música (aunque ya podía aprender mi profesor de arqueología, esto son debates y no lo que hacemos con él en clase...).

Talking Timbuktu fue grabado a mediados de los años 90 en la granja de Cooder, en California. Tras sortear algunas dificultades (Farka Toure estaba poseído por un djinn, un genio para que nos entendamos los infieles, que le puteaba todo el día e hizo la grabación bastante ardua) consiguieron dar a luz un disco de lo más cautivador. La combinación de instrumentos tradicionales de Malí y la guitarra de Cooder, potenciados por la meticulosa producción de éste, dan lugar a un trabajo seco, intimísta, de sonido tan exótico como parco. No entra a la primera escucha pero sus cadencias te van atrapando poco a poco, te transportan a otros lugares, probablemente a Timbuktu. Ritmos pausados e insistentes que van agarrándote poquito a poquito, sin que te des cuenta... exactamente igual que el blues del delta.

viernes, 10 de octubre de 2008

Little Steven: Greatest Hits

Little Steven: Greatest Hits.


Todo el mundo tiene alguna razón para amar a Steven Van Zandt. Ya sea por su papel como guitarrista en bandas tan fundamentales para la historia del rock como Southside Johnny & The Asbury Jukes, o la E Street Band de Bruce Springsteen, ya sea como productor y hasta cierto punto, mecenas de numerosas bandas de garaje (los Fleshtones en este blog comentados, por ejemplo) o extramusicalmente, por su papel en la serie los Soprano. El caso es que este hombre parece estar en todas partes y siempre consigue marcar una pequeña diferencia.
Perteneciente a la rica saga de rockeros de New Jersey, Little Steven ha ido encontrando huecos en sus colaboraciones con otros artistas para grabar su propia música. Con el tiempo ha reunido un puñado de albumes, más difíciles de conseguir de lo que a un servidor le gustaría. Todo lo que puedo ofreceros es esta compilación, este Greatest Hits que contiene dieciséis de sus mejores tonadas. Grandes canciones de rock americano clásico, con leves toques más experimentales y algunas percusiones latinas para dar mayor personalidad al conjunto. Puede que los arreglos y la producción suenen en algún momento excesivamente coyunturales (véase ochenteros) pero ello no supone un impedimento para disfrutar de su excelente mano como compositor. Temazos como Liyin' in a bed of fire o Los desaparecidos merecen un lugar de honor en esto del rock'n roll, no en vano los firma uno de sus popes indiscutibles.
Larga vida a Little Steven y a desmelenarse toca.

jueves, 9 de octubre de 2008

Antonio Flores. Cosas mías.

Antonio Flores: Cosas mías.




Venga, hoy una entrada de esas que hacen que los puristas del rock se rasguen las vestiduras.

En 1994 Antonio Flores publicaba el que a la postre sería su último disco, Cosas mías. En este trabajo mostraba una extraordinaria madurez como compositor e intérprete, ofreciendo un impecable colección de canciones que navegaban entre diversos estilos. Aquí tenemos su poquito de pop, de rock, flamenco, reggae, baladas, blues, etc. Sonidos diversos pero siempre entendidos a su manera, con un aire popero y conciso que ayuda a que el disco sea devorado por quien lo escucha. Las canciones están en su punto de cocción justo, con arreglos que las dotan de una gran vitalidad, pero sin más ornamentación que la necesaria. En este disco conviven sin problemas una balada interpretada a piano y voz, con canciones en las que suena la banda al completo, sección de vientos incluida. Hay guitarras muy bien tocadas, pero también hay instrumentos más puntuales, como el acordeón o el saxofón, y todos contribuyen a darle un colorido especial a cada pieza. Variedad estilística y sonora que no se sostendría sin basarse en unas magníficas composiciones. La voz de Antonio Flores también contribuye a dar coherencia al eclecticismo natural del álbum. Una voz limitada, pero con todos sus recursos exprimidos al máximo, dando lugar a interpretaciones muy sólidas, emocionantes las más de las veces.

Lo dicho, un gran disco que inevitablemente lleva a pensar en lo que hubiera podido ser este muchacho si no se hubiera malogrado. No se dejen arrastrar por los prejuicios señores, descubran una de los mejores discos del pop-rock español.

Nuevamente tengo que dejaros aquí el listado de las canciones porque no viene en el archivo.

Cosas mías:



  1. Isla de palma.


  2. Juan el golosinas.


  3. Cuerpo de mujer.


  4. Arriba los corazones.


  5. Una espina.


  6. Alba.


  7. Siete vidas.


  8. Anti tú.


  9. Mi habitación.


  10. El indio.

¡Ale chavales! por cada comentario regalo un sugus. A ver en qué blog os miman tanto...

martes, 7 de octubre de 2008

Cuando Jimmy Eat World fueron Jimmy Eat Floor.




Coitus interruptus.


Esta entrada se la voy a dedicar a mis sufridos compañeros de redacción que se hallan perdidos por esos mundos de dios y no encuentran tiempo para pasearse por la blogosfera. El uno anda medio incomunicado y sin internet, otro tiene que salvar el mundo (no es broma) y otro... otro... bueno, Flugor es especial.
Con esta entrada podemos dar por iniciada la sección historias de abuelo cebolleta, ya veréis que rico. Una de esas anécdotas totalmente insulsas que te cuentan con pelos y señales (totalmente innecesarios faltaría más) mientras tu pones cara de circunstancias y piensas: "¿por qué yo? ¿por qué a mi?" Pues una de esas.
Todo esto viene a que llevo algún tiempo navegando por una estupenda página web, http://www.fabchannel.com/ cuyo contenido son exclusivamente conciertos musicales (no redundo listos, también hay conciertos de otras clases) y me he encontrado con una estupenda actuación de Jimmy Eat World. Me ha entrado la nostalgia pensando en nuestro único concierto de este grupo.
Veréis sufridos lectores, corría el año... 2005, creo, cuando algunos amiguetes decidimos tirar pa' Madrid a ver a Green Day. Presentaban American Idiot, un discazo ya que surge el tema, y nos liamos la manta a la cabeza y decidimos bajar a la capital. La guinda vino cuando al poco de coger las entradas nos enteramos de que se traían a Jimmy Eat World de teloneros. De Jimmy sólo habíamos oído un disco, Bleed American, pero lo habíamos oído hasta la saciedad, porque era una obra maestra de ese rock fronterizo con el pop, ese de melodías redondas y estribillos pegadizos. Nos encantaba, y si no habíamos escuchado más del grupo era porque temíamos que no estuviese a la altura de un disco tan superlativo, como bien supo expresar Tristán en una conversación de la que seguro que ya no se acuerda. El caso es que la ocasión se presentaba que ni pintada. Dos grupazos cuando esperábamos
ver sólo a uno... relamiéndose estaba un servidor.
Ya en el concierto nos tocó sufrir una decepción de las buenas, de las que si uno fuera una treceañera a las puertas de un concierto de Tokio Hotel hubiese terminado en berrinche y corte de venas sí o sí. Salen los Jimmy Eat World (joer con el nombrecito, había uno más largo pero me lo agencié yo de nick) y suenan apabullantes, comiéndose el escenario desde el primer momento, dándolo todo como mandan los cánones. No conocíamos la canción que abrió la noche, pero casi mejor, porque así pudimos testar el estado de forma y el sonido de la banda de forma más ecuánime (objetiva esquimal, no me seas pedante). Lo dicho, primer tema y el sonido claro, nítido, todos los matices se hacían evidentes, la banda se mostraba enérgica y su cantante se lo creía, no jugaba a las poses, tocaba con sentimiento. Con semejante percal, cuando la segunda canción estalló dirigida con un potente bajo, nosotros ya nos desmelenábamos, era un temazo perteneciente a Bleed American, sonaba sublime y ellos parecían inspirados... al menos en los primeros compases, porque de repente su guitarrista se acercó al foso que separaba populacho de jóvenes aspirantes a estrellas del rock y... se cayó de bruces. Y adiós conciertazo de jimmy Eat World. Cara de póker para banda y público, un coitus interruptus en toda regla. Luego vendría Green Day y se nos olvidaría el cubo de agua fría que acabábamos de recibir, pero... ¡menuda oportunidad perdida!
Así que, para vosotros que os quedásteis a medias como yo, aquí tenéis un concierto de jimmy Eat World, para verlo mientras pensáis: "¿por qué yo? ¿por qué a mí?"


lunes, 6 de octubre de 2008

Black Label Society: Hangover Music vol. VI

Black Label Society: Hangover Music vol. VI.





Empecemos la semana con algo que nos permita relajar después del fin de semana, que seguro que a alguno le hace falta.

Tras el sugerente nombre de Black Label Society se esconde un viejo conocido para todo rockero que se precie, el señor Zakk Wylde, guitarrista habitual de Ozzy Osbourne. En los ratos libres que le dejan sus compromisos con Ozzy (que son muchos, pues ya sabemos todos del carácter y la profesionalidad del viejo Ozz) el bueno de Zakk se dedica a diversos proyectos musicales que suele firmar bajo el nombre de Black Label Society. Graba todo lo que es capaz él solo y luego llama a amiguetes para rematar la faena. Y luego a la carretera, a engullir cerveza y a presentárselo al mundo.

Siendo uno de los hachas de metal más reconocidos sería lógico que este fuera un disco lleno de riffs afilados como un cuchillo, pero nada más lejos de lo que encontramos en Hangover Music Volumen VI. Rompiendo la tónica heavy de lanzamientos anteriores, aquí Zakk y compañía se destapan con un disco lento, melancólico, casi acústico. De hecho, los mejores temas son aquellos en los que Zakk abandona la guitarra y se sienta sobre el piano de cola a lamentar errores.

La devoción de Wylde por el rock sureño y las canciones bien hechas se transmite aquí en todo su esplendor, dando lugar a un disco lento pero muy intenso. Es posible que descoloque a sus seguidores habituales, pero quien lo escuche sin prejuicios se encontrará con un disco redondo, donde el magnífico vozarrón de Wylde (mucho mejor que el de su jefe) domina unas canciones espléndidas. Acompáñese de unos arreglos muy cuidados y muy pulidos y tendréis el resultado. Un discazo que ralla en obra maestra. Y la versión de Whiter Shade Of Pale de Procol Harum interpretada con el único acompañamiento de un piano os dejará temblando. Ya veréis.

Os dejo aquí el nombre de las canciones que en el archivo no está:



  1. Crazy Or High


  2. Queen Of Sorrow


  3. Steppin Stone


  4. Yesterday, Today, Tomorrow


  5. Takillya (Estyabon)


  6. Won't Find It Here


  7. She Deserves A Free Ride (Val's Song)


  8. House Of Doom


  9. Damage Is Done


  10. Layne


  11. Woman Don't Cry


  12. No Other


  13. Whiter Shade Of Pale


  14. Once More


  15. Fear

sábado, 4 de octubre de 2008

Soundgarden: Superunknown.

Soundgarden: Superunknown.



Pese a lo que mucha gente suele pensar en los noventa se hizo mucha buena música. Hoy me ha dado la ventolera de rescatar uno de los albumes más estupendos de la década, Superunknown, de Soundgarden. Aunque es su disco más vendido seguro que más de uno no lo conoce, así que vamos a la carga.
La trayectoria de Soundgarden comenzó en los años 80 del pasado siglo y mantuvo una calidad ascendiente que alcanzó su punto álgido en 1994, con este disco. Venían de Seattle y eran uno de los grupos fundacionales del movimiento grunge, que gracias a Nirvana lo estaba petando en aquél momento. Pero no nos quedemos en la anécdota, profundizemos en la enfermiza máquina de riffs, canciones y emociones que nos ofrecen Soundgarden.
Eran la banda más heavy del grunge, con una influencia de Led Zeppelin muy marcada, sobre todo en sus inicios, y la alargada sombra de Black Sabbath es patente en cuanto oyes las guitarras del grupo. Poco a poco el grupo va asimilando sus influencias e integrándolas en su propio sonido, siendo Badmotorfinger el album más conseguido de su etapa metalera (por llamarla de algún modo). Después vino este Superunknown y ya se ganaron un lugar en el olimpo del rock. Tampoco es que hicieran gran cosa después, pero que les quiten lo bailao.
Superunknown es un disco oscuro, denso, lleno de los retorcidos riffs de Kim Thayil, apuntalado por una sección rítmica contundente y precisa y marcado a fuego por la impresionante voz de un pletórico Chris Cornell. Uno de mis cantantes favoritos. La voz de este hombre es un milagro de la naturaleza. Que maravilla. Profunda, rasgada, con un ligero toque nasal y una gran amplitud de registros. Una acusada personalidad y una notable capacidad técnica se conjugan para darnos una de las mejores voces que pueden oírse. Y aquí lo tenemos en uno de sus mejores momentos. Pasajes intrincados, compases raros, influencia oriental (Thayil es de origen hindú) y como ya he señalado, esa voz y esos riffs, son los ingredientes de un disco que se configura como un escaparate de emociones complejas y tortuosas. Generoso en minutaje (dieciséis canciones señores, he tenido que dividirlo en dos partes para hacer la subida más cómoda) con una atmósfera entre introspectiva y agobiante, Superunknown es un disco un tanto difícil. Es oscuro y potente, transmite una rabia y una desesperación lentas, calmadas. Pero es a la vez uno de esos discos coherentes, perfectamente hilados, rico en emociones y sonidos cautivadores. Triste y oscuro, sí, pero hipnótico, terriblemente bello.
Un clásico de los noventa. Para escuchar del tirón aunque al principio pueda parecer demasiado negativo, caótico.Denle una oportunidad y les atrapará.


viernes, 3 de octubre de 2008

Hendrik Röver. Esqueletos.

Hendrik Röver. Esqueletos.




Esta entrada va dedicada (con mucho retraso) al Sr. Mondongo, por las incontables horas de música que nos da a sus lectores habituales.
Hablamos de Esqueletos, personalísimo proyecto que ha ido poniendo en marcha Hendrik Röver, líder de Deltonos, en estos últimos tiempos. Un disco editado este año que no se está comiendo un rosco y cuya calidad e importancia es inversamente proporcional al furor que está generando en el mercado.
Hace algún tiempo Röver comenzó a escribir una serie de canciones que no encajaban en los eléctricos esquemas que manejan los Deltonos. Canciones que no necesitaban más que una guitarra acústica y una voz que les diese vida. Aparentemente más apropiadas para una noche alrededor de una fogata con viejos amigos, o para un melancólico domingo por la tarde, que para el humo y las luces de las salas de conciertos. Canciones que desgranan historias de pérdidas y de fracasos, de errores repetidos demasiadas veces, de soledades y sueños, de demasiada bebida y de batallas perdidas antes de luchar siquiera. Canciones que probablemente se disfrutan mejor en soledad. Son más pausadas, más esquemáticas de lo que nos tiene acostumbrados Hendrik Röver. Sobrevuelan los fantasmas de numerosos cantautores country los surcos de esta obra.
Una guitarra acústica acariada por un descarado slide inicia el disco y uno ya se da cuenta de que está ante una obra honesta y valiente, una obra marcada por la fidelidad a una manera de hacer música que hoy en día no cotiza al alza. Lo que viene después es un placentero viaje que discurre a través de emociones universales y cotidianas, pero todas ellas retratadas bajo la singular mirada de Hendrik Röver, que consigue dar al disco un barniz muy especial, muy personal. Hay despedidas, también hay huídas, trenes, viejos camaradas, botellas medio vacías, mala suerte y buena música. Muy buena música.
La carne y la piel que recubren los esqueletos de Hendrik Röver están hechas de guitarras acústicas, de mandolinas, banjos, órganos y algún que otro instrumento. Discreto pero intenso acompañamiento instrumental para una serie de historias que merece la pena escuchar.
No escribo más. De vuestra mano queda.